Diario de Adán (43)
Caminaba sobre el puente negro, su bolso simple y el dinero vacío. Bebía, el consuelo de la cerveza se deshace en el aire. En la ciudad ya no hay abejas ni agricultura. Las papas fritas estaban lejos, entre la niebla roja delirante. Música y luces al mismo tiempo, nadie se escucha, nadie escucha, nadie nos mira, nadie nos ve. Las sombras ya no caminan y la niebla cruza el puente. Ella ya no es ella, ni él nunca fue, ni yo fui yo.
El caos de ese jardín se acumula, la lavadora se abre y cierra, no sirve pero es nueva. Los porotos brotan de la tierra o del olvido, y ella sonríe mientras nada crece. Lucio no estaba allí, pero en sus manos, las plantas hablan, pero callan. La sombra es la misma que la luz, o tal vez no. El jardín es más pequeño que los días, pero está lejos. El fuego no arde, solo crece como algo eterno. Las nubes siempre están donde no hay sol, o hay sol en las sombras.
La ciudad ya no existe, solo las mujeres, los labios, el futuro que no es más que el eco del grito. La niebla roja sigue, y el cielo nunca llega a ser. Los pasos no dejan huella, el jardín se pierde. En el prado la vida sigue, pero no sabemos qué vida, si está cerca o si se fue.
Las manos pequeñas se abren al cielo, pero nunca tocan nada. La tierra no existe, el aire la roza, se disuelve en sus dedos. La niña ya no corre, ya no juega. La sombra que la sigue no sabe si es sombra o luz. El viento sopla pero no se mueve. El tiempo está detenido. La historia se repite y no, no hay historia.
Adán nunca llega, ni ella lo espera. Pero ella está ahí, o está allá, o tal vez está en otro lado, en un tiempo donde los minutos son círculos, y los círculos son nada. Los recuerdos no tienen forma, solo colores que se disuelven como el agua en el fuego. Es el fuego que no quema. La ciudad ya no es ciudad, pero la niebla sigue, y los pasos ya no importan.
El aire se espesa y las sombras se doblan, pero no hay espacio donde doblarse. Lo imposible ya es, pero no es nada. Lo que fue, no fue nunca. Adán flota como una nube, sin forma, sin principio, sin fin. No lo toco, no lo siento. Es el aire. O es la ausencia. No importa.
La luz no llega, o llega, pero no es luz. El cuerpo ya no sabe si existe o se disuelve. La sombra se disuelve. El aire se disuelve. El jardín está vacío, pero sigue siendo el jardín. Las puertas están cerradas, pero no son puertas. Lo que no fue, no fue. Y lo que es, no es. ni agricultura. Las papas fritas estaban lejos, entre la niebla roja.
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