Diario de Adán (22)

Un duo de cigarrillos cultivaba la sombra, y derretía entre los contornos esta propia visión y con equilibrados pasos avanzando por calles hasta los escaparates, ahí me fijé en esos maniquiés detenidos en el tiempo y vi lo bueno del corazón honorable de algún hombre, sus facetas agotadas, el nuevo lenguaje. Nadie creía en ese lenguaje como yo, fue eterno, fuí una lengua de fuego detenida entre rejas de un mundo cautivado por llamas incesantes del cambio. Alegres vicisitudes del enfermo enclesestial determinado. Cuando las formas se integraron a los delirios del ingenio, para llegar a zonas de sensaciones inversas de materia oscura desintegrada intermitente. 

Cuando a las telas los diferentes ramajes se disuelven , se integran y muestran diferentes verdades, al ocaso de un signo e arterias difuminadas al fragmento, calipso del designio, un arterisco inevrtido entre las panaceas de lo oculto, son cosas que pasan, uno no puede hechar la suerte al destino, sabiendo el paso de algo, cayendo en las características de los signos. Carcomiendo las detenidas canciones de un misterio por conocer.




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