Diario de Adán (18)

Señala una luz tan alta como las estrellas que alguna vez hablaron y ve a lo lejos lo perdido. Un ángel muestra su espada incendiada queriendo decir: “Tu luz, fue mi luz alguna vez” y el desierto también llama diciendo: “has elegido la ceguera de la ciencia y la sed” a su lado la dadora de vida le sostiene mientras con voz suave dice: “tendremos que luchar y esperar… porque la palabra se ha prometido” Fue por la vista y la astucia, la mentira y la arrogancia.
Está bien, podrán mirar la tarde caer cuando el hombre empieza su carrera. Solo con la atmósfera es suficiente. Hoy ha nacido una nueva esperanza por los valles y los montes, ahí sube el furor y tiembla esa carne y los huesos saltan de sus goznes.
Puedes reconocer la voz que te habla, que no te deja dormir, aullando como el susurro en el crecimiento de la primera semilla, al amparo de astros que la tierra estaciona en los ciclos de sus mil formas espirales, muestra claro a cada uno la razón o como brillan esta noche las palabras que empiezan a surgir. Suben por las algas crecidas en una batalla infinita de huesos de plantas y carne, alimento y sed. ¿Nos permitimos permanecer impuros en la pureza? como despreciable aroma en fragancia los vahos se han dirigido a nuestro corazón para silenciarnos y mostrar su valor. Éramos, tú y yo, extraños al amanecer.
Por la noche en un cántico limpio escucha los gritos de espíritu en las dunas subiendo hacia las nubes, diciendo: “padre, padre, padre, estamos aquí en la espera de tu tiempo, los círculos se van ajustando, la carne se desangra por la herida para sanar en agua y fuego
-Amada ¿podré ver más allá a nuestro hijo? ¿Elevarnos con la ciudad hacia lo premeditado? Un cinto de quiscos transformo en oro y sobre ti la cadencia de las alas muestra una luz desprovista de sombra.  Aquí Set iluminado: un Lucio y Benjamín exigen la justicia. La vida crece junto a la cerca del jardín.
-Besa la tierra de cardos y espinas. La luz es más débil en el viaje interno –ella dijo eso, limpió su vientre y continuó la marcha.


Vladimir Kush



 

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