Diario de Adán (16)

No se en que comenzó la vida, estaba muy distraído, en nuevas cosas, nuevos comienzos, quería incendiar poesía en las murallas, avanzar por un mundo de posibilidades imposibles, la sentaba en mis piernas y reía, era un comienzo extraño que me derretía en un tiempo inexacto, no podía callar ante la inhumanidad, ante las injusticias, ante su propio cuerpo no haciendo justo recuerdo a sus palabras. A los días, detenido, se alzaba en una ola de ideas sobre la materia detenida que lo energizaba. 
Un espejo detenido conserva la figura y recuerda que lo único es el verso y la sentencia de la idea. Las nuevas,, constituciones lo relatan entre las cuerdas de un mundo destinado a la supervivencia. Somos una arteria de miasmas y silencios. Contactados con la sombra de una materia inexacta y fugaz que nos da el fuego. Sí, LENGUA DE FUEGO, lengua que nos construye, lengua que elimina y se extingue y persiste. Combustible para un nuevo ser.

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