Diario de Adán (Fragmento 4)

Despertó sobresaltado. Adán soñó que podía soñar consigo y que hablaba con sus lectores. Aún la noche estaba resistiendo ante el pronto amanecer, ¿El lugar? Una cama en cuyos pies estaban algunas rumas de libros y uno que otro papel volando por allí, algunas latas de cerveza sobre montones de hojas aprisionadas bajo su peso fermentando, y un pájaro ladrando a un gallo que vuela con su sonido sobre un mar de tierra, buscando agua y llegando a una volátil hoja que despierta a un hombre de un sueño escabroso... de una pesadilla quizás...
Pensó en su sueño como un recuerdo de un pasado que olvidó por simple cursilería; Hace mucho que no se considera un literato y menos un artista, sólo vive los hechos que se le presentan con la máxima realidad o claridad posible, desechó los grandes espectáculos y la lujosa lengua, sólo vive , eso es todo, no es muy diferente a las ancianas que soban la masa en el campo y preparan rescoldo, no es muy diferente al humo que choca con el techo de las casas de adobe; se expande en miles de signos; el humo es un elemento parecido a él o ¿Él parecido al elemento? (desde hace mucho la lógica ha desgreñado estos principios disolviendo sus manos en círculos infinitos), sabía perfectamente que no es igual y la semejanza lo agobia ¿Para qué los hombres son semejantes a Dios?
Se levantó de un salto al ver una sombra entre la puerta de la cocina y el baño, un ruido hizo que abriera más sus ojos y agudizara sus oídos, alguien más estaba con el y no tenia la menor idea de quién fuera, se movió despacio hacia donde tenia guardada el arma que su padre la había obsequiado al cumplir los dieciocho años, cuando de repente salí del baño y lo miré:
- ¿Qué pasa Adán? - le pregunté.
- ¿Co… ¿Cómo?
- ¿Cómo qué? ¿No lo recuerdas? Ayer te desmayaste en la lectura, luego te despertamos entre todos, me invitaste a tomarnos un trago y (…)- relaté y luego me sostuve en un largo silencio.
- ¿Y qué? - preguntó desesperadamente como si no supiera.
- Y te traje a esta casa ¿No lo recuerdas?, si incluso fuiste bastante amable, conversamos de todo, de tu vida, incluso ambos conocíamos a Lucio, fuiste muy amable, me invitaste a esta casa, fuiste muy amable, muy amable- repetí.
- Espera, espera, ¡ah! - dijo y suspiró- fui muy amable, si, muy amable, dejamos al sacerdote encerrado en el sótano de la casa- se rio- ¡El sótano! muy de Bachelard.
-Eh, no entiendo, mira preparé unos huevos revueltos, me costó un mucho encontrar un negocio abierto a estas horas, es muy temprano todavía, no pensé que despertarías tan luego, generalmente (…)
-Cuando ya no importa el tiempo, soñar es lo más importante ¿No? allí no existe tiempo. Despierto muchas veces en una noche y muy pocas veces acompañado, esto... perdón ¿Cómo te llamabas?
-Ferdinanda.
-¡Oh claro, estábamos en la lectura! leíste tú y luego leí yo… después no recuerdo nada más-dijo con suma sinceridad.
-Pero si yo estuve contigo, hablamos e hicimos muchas cosas, fuiste muy amable- repetí hilarante.
-¡En fin! No es la primera vez que tengo esas lagunas mentales… ¿Cómo están los huevos?- dijo al final dándose por vencido.
- ¡Listos! ¡Oh mira el sol está por salir!
Desde una de las ventanas el día aclaraba maravillosamente y afuera en la acera yo observaba la pequeña luz que alumbraba a dos hombres que hablaban de cosas para mí sin importancia. Al igual que yo un poco más lejos había una persona que leía un libro sobre dos hombres que eran observados por un tercero que miraba desde afuera de la casa en proyecto de reconstrucción. Y este tercero poco a poco se acercaba como amaneciendo; la calidez de las espadas del sol se posaba en su columna, el miedo a ser observados mientras leía aumenta, el corazón, las púas, la mano y el gozne de una puerta se cierra en el punto final, calor, hombres, segundos, ínfimo, fin ¡Calabozo!



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