Diario de Adán (Fragmento 2)
Cuando empecé a
leer esta línea confundía mis propósitos con los propósitos de otro. Adán conversó contigo en su casa, recuerdo que al entrar viste a una joven que tenía
un cabello totalmente luminoso, cortado al frente y largo atrás, Adán no te
la presentó, pero hablaron largamente por siglos. Esto no es normal, la
curvatura del pene de Dios mueve los hilos de una forma diferente siempre a la
pensada. Tú colocas tu mano en el miembro y piensas: “Soy una
Gorgona, dejo petrificado a los hombres y sólo pueden derrotarme viendo la
semejanza de sus acciones ¡Soy invencible! ¡Nunca el goce podrá ser derrotado
por el goce del dolor!”
La confusión, el
caos se introduce en las venas palpitantes de la historia, la neurosis del
nuevo siglo es así, todos paranoicos, esquizofrénicos, pederastas, homosexuales,
comunistas, capitalistas, cristianos ¡Las cadenas, las cadenas! ¿vivir o morir?.
Se
revuelca en su cama al despertar. Estoy con él, afuera estás tú. La gran
orgía que implanta la naturaleza se perpetua en los segundos de caos, tú, él,
que lees esto, esto es
amor no lo olvides, soy quien da la vida por sus amigos. Te he amado con
lujuria implacable, danzo alrededor tuyo con el rostro ensangrentado y con una
amapola creciendo en mis cabellos. Los padres golpean más fuerte que un
contemporáneo. Tu crítica es la crítica de tu padre o mi padre, su lengua es la
lengua de Pantagruel recibiendo a miles de invitados, los conejos se asan en
tus ojos y las venas saltan afuera extendiéndose por los mundos y las lápidas
cuyo fondo es tu fondo. El mar calipso.
La confusión, dije,
el caos se introduce en las venas palpitante de la historia, pensarás en leer o
comer en algún restaurant, arroz, puré, carne, uno que otro vaso de vino o
cerveza, hablarás con amigos y crepitando como fuego en tus oídos tendrás gente
a tu alrededor batiendo las lanzas de su boca. Mientras manejas recordarás
aquellos y la buena comida, mientras caminas por la acera y subes una escalera,
abres la puerta, recordarás que manejabas. Y cuando estés en tu casa viendo a
tu familia o a tus viejos libros, todo estará tan lejano a tu pensamiento,
dejarás a un lado la corona de laureles y el abismo se abrirá a tus pies tal
charca de lluvia sin fondo. Eso eres tú en esta historia, Adán, el simple
caso de las mariposas negras volando hacia un mar oscuro. No es casualidad que
la tinta azabache rodee los huesos, en este momento escucho tu silencio y tu
respiración reclamado. Ahora es hora de empezar.
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