Diario de Adán (Fragmento 10)

 -¡Ah! siempre sacas algo- le respondí.

-Eso es interesante -y se levantó del sofá y se acercó a un montón de hojas que pululaban (en mi imaginación) por la biblioteca en búsqueda de la tinta que las fecundaría, escribió un largo rato mientras yo repasaba las hojas del Heliogábalo.

-Artaud estaría orgulloso de ti -le dije y lo miré. parecía un frenético enfermo mental con su cuerpo débil, siempre enfermizo en invierno con dolores de cabeza horribles y su cara de demente lo perseguía en donde estuviera; en cumpleaños, fiestas, por eso a lo mejor nunca se sintió llamado a conquistar mujeres, vivé constantemente en otro mundo y cuando bajaba se avergonzaba de las relaciones que sostenía, por ejemplo aquella mañana con esa niña, esa me parecía era la razón de su negativa a decirme su nombre. Recordé el ofrecimiento de la Gorgona y le dije:

- Una amiga me invitó a su casa esta noche... parecía interesada en la literatura -quise no dar tantos detalles, haciéndome el desentendido- ¿Quieres ir?

-Sabes que no salgo mucho, sólo cuando quiero o siento la necesidad.

-Si, me he dado cuenta por el polvo de la manilla de la entrada ¿Qué acaso tu madre no viene a verte?

-Le dije que no volviera más -me contestó y acto seguido guardó todo en un cajón, libros, papeles, la máquina de escribir, dejando la pequeña biblioteca a la vista sin ningún indicio de que alguien escribió ahí.

- ¿Qué escribiste? ¿Algo que pueda saber, o es privado? -me reí estruendosamente después de pronunciar “privado

-No, es algo que necesita algunos arreglos.

-Siempre las obras necesitan arreglos, nunca se terminan -le respondí.

-Iré a tu fiesta, para que veas que no soy una especie de misántropo loco, además lo que tu haces es aún peor.

-¿Qué hago?

- Utilizas a los otros para tu beneficio, para tus textos, para tus necesidades sexuales, todo eso.

- Marqués de Sade -y ambos nos echamos a reír hasta las lágrimas- ¿vas a almorzar aquí o saldrás?

-Eh… tengo que esperar a la joven de recién... -guardó silencio unos segundos y continuó- le dije que volviera más tarde ¿Crees que podré invitarla?

-¡Claro que si!, trata de que sus sentidos se integren en ti…trátala bien.

Me despedí de él con un apretón de manos convencional, y salí de su casa, vi a el perro, única compañía que poseía desde hace años, aparte de mis visitas y las de su madre, su padre sólo le enviaba dinero y en los círculos sociales en que se movía decía que Lucio trabajaba fuera del país, sentía que era un vago, un alcohólico y un aprovechador, pero era su hijo y su “deber” lo obligaba a ayudarlo, la madre era apacible y cariñosa, siempre sostenía discusiones con él, pero según me contaba Lucio: “Su alma se hería al saber que su hijo poseía una verdad que ella no entendía” Poseía un hermano, que llevado por los caracteres de la sociedad pretendía en la apariencia surgir, aparte de esos breves comentarios que Lucio me había hecho en un tiempo, pude hacerme un esquema de su familia, creo que a la persona que más hablé fue a su madre cuando iba a visitarlo y yo estaba allí, ahora gracias a la recomendación de su hijo y no dudo, de una pelea de gran proporción, ya no la hablaría más. Me dirigí entonces al restauran que siempre acudía a almorzar, pues la cocina nunca ha sido mi fuerte, y allí observé como sus estómagos devoraban seres muertos ¡Y después huyen de la carroña!



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