BILOCACIÓN DE UNA MUJER -1- (Contempla el Valle en un sueño) Temperance -LOS POETAS GRISES- Fragmento

Como crecen los espinos, lo seco, lo agrio, este valle parte las uvas, las aceitunas, con su río siempre inmóvil. El sonido de los grillos son los cerrojos de la liberación, es obvio, la muerte es la única libertad, allí es donde los anos de las montañas palpitan hacia mí, la claridad envuelve las paredes de adobe, el río sigue, sus labios verdes, las caderas montañosas surgen a su lado, hay terrenos y puentes y piedras, todo avanza, nada se extingue. En este Valle de Los Arenales, de querer decir tu susurro, en la noche, en el oído; el reptar de las semillas. El ovario de todas las campesinas, de vestidos francos, de niebla entre sus piernas. Ábrete magma de lagartijas, magma tornasol. Abre la quijada, tu cuello, en ti está la mujer que odio, sus ojos caen hacia el mar, ella rueda y rueda como el azufre en los gajos parecidos a la villa, al campo árabe en sus mil noches. Eres un pan partido, madre del vino aplastada. Creces y creces en la seminal agonía de tus gajos-tetas. El sol se colocó su traje y las nubes desangraron su luz como una herida sobre tejados y troncos ceñidos a musicales vestidos verdes. Es verano. Espero intensamente el invierno pero estos días de trópico tienen un carácter igual de especial. Desde hace una o dos noches un tal Herman me habla en sueños, sus frases idiotas dan risa al punto de soltar el esfínter. Pero amo lo que defiende, esa Poesía, esa violencia por conquistar la experiencia, allí, donde esté. Estoy convencida de dar la vida por una ilusión, así lo hizo él. Al buscar información solo encontré una referencia, nada más, ni fotos que relacionen al Herman (alto con ojos decaídos, parsimonioso) con el Herman real o con su doble que lo seguía por medio planeta. Uno de mis sueños, a la otra orilla de los siglos, está aquí fluyendo en esos poemas, corriendo valle abajo en los colores oprimidos al vestido de los árboles. Los sueños se volvieron más recurrentes, afloraban casi siempre después de masturbarme, caía en el pozo onírico hasta ahogarme “desenrolla la niebla” repetía… La primera vez hablé de su predilección: (...)




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