El baile de la avaricia (del libro: Lengua de fuego)

Tan necesitada se paseaba en su rincón la avaricia,
tendiendo sus tentáculos a diestra y a diestra
como el consumismo de las hojas
editadas en la sangre cruel y fría
de libros y libros y libros con vacíos tan grandes
como esa falta de arte en la sequía de las aceras,
del desierto magmático ronco por las rocas,
de esa manta de camanchaca buscando amanecer
donde se levantaban por las mañanas, sedientos de personas
y bolsillos, maneras, intentos, robos pequeños,
y dejaban sus cuadernos por las luces
qué infantil, qué vano,
¿qué buscar? Las respuestas ya estaban vencidas,
si moverse en la botella no libera al genio
de ninguna manera se mantiene en las cuerdas,
no hay manera de moverse en la botella
porque es tan amplia que abre cerros y quebradas
se ahueca en el corazón de viejas campesinas
en aquellas que olvidan que murieron,
en las historias perdidas que usa la emoción,
vendiendo, vendiendo,
¡crinch, crash, crush!
Toma esto, lo devuelve, el azúcar, el agua caliente,
Y se vuelve, se pasea, estamos solos,
¿Por qué no vender la estatua de Mistral?
Mastiquemos sus manos cálidas de tierra afiebrada
cambiemos su mensaje cortando aquí, cortando allá,
hagamos figuritas, hagamos banderines y tazones,
cortemos el cuerpo, bebamos la sangre,
¿Y si vendemos educación? Un loro educado para decir “no me interesa”
¡las ideas que se te ocurren!
Y sabes que siempre hay un pago por lo hecho y lo deshecho,
Que si golpeas las puertas y están cerradas
puedes dar vueltas en Los Arenales buscando un secreto entre las luces
quizás sonriendo por la gente tan esquiva y con el pecho amplio,
protegido por una luminosidad del eco de las calles… aceptando…
¡¿Qué más da?, vendiendo, vendiendo, vendiendo…!

(del libro: Lengua de Fuego)


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