Correspondencia (del libro: Lengua de fuego)

 A.P.A.

Recuerdo que tan sólo era un soplo como un roble de oro ardiendo en el espejo de raíces trasparentes que vuelven a sonreír en su ciclo. Dos ruedas en un mismo camino, una sombra luminosa, con cien velos en la cabeza anunciando lluvias, amigos, despedidas fugaces; veía moscas en cada ojo.

La amistad atormentaba pues todos son el último y sería el primero sin remedio ni condena: El puente era largo, la bicicleta transpiraba rocío, miré al silencio en la cara, “No sabes cuánto, cuanto…” ya sabía que hablar a la distancia no tiene sentido.

Una carta, vida, esa que nunca entregamos.

 (del libro: Lengua de fuego)

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