El viajero interno


 ¿Quién ha resistido este golpe de repente?
¿Quién ha vuelto un ojo desviando el otro?
Se han vestido con la antigua máscara de tinieblas
Mirando poco a poco el reloj dando la vuelta en un efímero retorno.
¿Quién- repito a los principios- sale desde el tormento al precipicio?
Responde si he de sostener la saliva sin saludar.
Comprende que me es dado sin quererlo,
Pero aún así amo más la vida oscura del delirio
Al callado tic-tac del río sempiterno. No he usado tus guillotinas
Ni el puñal que se me ha encomendado durante años,
Aquél puñal de semen prolífico y sensible al sonido de tu voz.
Y el hueso de otro que no soy yo
Es un recuerdo del futuro que vive en el pasado,
Es angustia del grito de lechuzas en el bosque
En el aire es un corte sudoroso del cáliz de Dios,
Un camino, un río de vino donde el dolor
abre la vía, es así, ¡Oh tristeza, así todo comienza!
¡Ese soy yo!- un hueso y el grano que fructifica en la saliva,
el silencio que habla con los tilos al amanecer
y un espectro en la danza suicida de las hojas
siento aquello llamado gargantas de venas en la tierra (árboles)
y he encontrado en sus cortezas el tesoro que envidian los demonios:
precipicio y locura audaz, demencia y dócil saturación
herida que se vierte en volcanes de vino, cuando es lava, cuando falta el dinero.
He mirado mis huesos y los músculos me dicen: ¡Te he amado, has amado!
Pero este hueso permanece glorioso formando sus tenebrosos relojes
Me grito: “La tabla de ley endurecida” viendo
Familiares muertos, frutos frágiles y el tormento, siempre el tormento
¿Quién endureció el corazón del emperador?
¿Quién conserva las lágrimas del cielo?
¿Dónde sufrió y dónde gritó: ¡Esto no es bueno, esto no!?
Aquí viajero interno ve, siente el rojo sonido de los carros de fuego
O el fantasma azul y suave del aire nocturno
¡Ve! Por el sendero hasta que te lleve a Ítaca en pedazos,
¿Es justo volver cuando no nos quedan más que los sueños?
Adentro de ti, tu madre y tu padre hambrientos,
Ya no eres tú quien recibe carcajadas por la vista
¡Oh no, no a ellos! ¡Al río, observad al río!
El se lleva las verdes laderas del invierno,
El se lleva las blancas noches de primavera.
Y callan       las rocas, guijarros que cantan       mil salmos
Este es el funeral de la abuela con sus rubíes coloreando el pelo
Como la sabiduría que se mancha de sangre (o vino)
O como la sangre que se mancha con nieve del río
En el distante crepúsculo del viaje.
(Las nubes y sus cabellos rojos al atardecer)
Responde. Responde al silencio
Que aclama por la respuesta y no la señal
(¡Estamos hartos de la señal!)
Silencio.       Un gesto hacia el lado izquierdo       y otro
hacia el lado derecho. ¿Dónde está aquello?
¿Y la espalda- espada que besa el efebo?
Responde brebaje de nepente maravilloso del averno (Hipnos)
Desde lejos el susurro
El rumoroso viento y la figura del fuego
canario rojo lascivo de ala azul
¡Mar o fuego de azote estelar que toma sorbos de mí!
¿Quién, dime, quién no teme aprender, recordar la fuga y ¡olvidar!?
Aunque sea olvidar aquello que nunca recordamos… 
O aquello que nunca fuimos…
Falta tanto para el día del misterio
Cuyo carisma esbelto es seno turgente de placer
Pezón que miente entremedio del nauseabundo verso, 
Así yo odio el verso que acalla lo sublime
“Luz oscura de los vacíos templos”
entrad por las alas de la flores-mariposas, libros, vídriales y puertas
para ver el agua mágica y marmórea de la ascensión marina
simplemente en espiral sobre las sonoras estrellas lóbregas
que lloran el volar del cuervo azul,
Adiós
Abejas que trepan lomos de oscuros gatos,
Luna negra que tapa el sol en la charca
O sonido que silba en el día 
Cuando llora la rosa en la tapia roja de adobe.
(Las nubes y sus cabellos rojos al atardecer)
Si, he de entender el recuerdo de la tarde
Cuando la mano de la madre cerraba las sábanas
Y el cuerpo pétreo descendía a las alturas del sueño
Dame, ¡Oh Dios inexistente! La antorcha de luces azules
O un felino que con sus ojos escarbe en la tierra de mis miembros
¡Ya no soporto más mi miseria!
Nunca nadé en un mar de peces
O en el humo inseguro de una pipa
¿Haz de entender todo esto?
Tú,       yo, en la voz que calla       en el oído
Ha de esperar la llamada del rito…
El barco está listo, sólo falta el susurro del mar en una vela:
“Todo lo que he dicho es dicho cuando muere lo que digo”
Es cálido- pienso- tu aliento lascivo y excitante
Palabra, o serpiente del lenguaje, grano que fructifica…
Penetra fuerte este instante
¡Te siento, oh dios, dentro!
Tirad las llaves a las llamas.
Las llaves suenan rojas como luciérnagas 
Elevándose por sobre las sombras gloriosas
Y de su hierro sales serpiente y mariposa
Las primeras vuelan y las otras se arrastran
Abriendo las puertas de los espejos
Y veo… ¡Oh calla de una vez, no es bueno hablar de eso!
Es el negro blanco rojo del verde azul
Oh… ¿Quién ha resistido este golpe de repente?
Sube como espiral el río subterráneo del olvido
Con la pletórica luz del recinto donde duermen los sueños
Y bajan las balsas bebiendo del vicio tus pesares.
La vida es una
Sencilla y sonriente botella ebria en lado oscuro del sol, el mar
En el golpe de fuerzas, al flagelo del “otro yo”
Camina por el túnel dejado por las desgarradas costillas del caos
Y allí siempre allí sonríe la mujer desnuda en la cama
Y allí siempre allí se levantan los dos hombres desnudos
Pensando:
Ha de ser el lenguaje la muerte del silencio
¿Ha de ser el silencio la muerte del lenguaje?
Ha de ser el silencio la muerte de la muerte
¿Ha de ser la muerte la muerte de la muerte?
La antorcha se consume a sí misma
El ron envejece junto a su dueño
       Mientras       
Los niños ruedan en la ronda y ruedan, ruedan…
El trompo cae agotado y poco a poco se hunde en el suelo
Siete veces a rodado en la madera de los niños
Convirtiendo el hueso de la luna en oscuros girasoles.
Una cabalgata de penetración aguda se resiste en mi miembro
Soy un hombre, una belicosa marcha hacia ti
Soy la dama, el bestial y ocioso mozo febril
Cálida es la tormenta de pureza que se engalana en las noches
Sufriente es el alarido que rompe dientes al hablar
Ese soy, sonriente y placentero sodomita del salto a la luz
La he roto en mil hojas de loto lanzadas al agua,
Como perdiendo la virginidad viciada.
Adiós fogata
No oigas esa ave acuática
Que cae abatida por el látigo,
Y en cadalso se derrite
En una espumosa sangre
Me he visto muerto frente a frente 
ambos muertos, hueso de la misma madre
Ya eres viajero en mi boca de frutillas sangrantes
Ya eres lanza en mi interior
Ya eres roca en mis fútiles miembros
¡Oh divino rey enloquecido por mis brazos!



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