Era, soy, seré

Era, soy, seré
La mortaja negra de la mariposa
Que va mostrando ese amanecer
En zarzas de fuego y lodo

Era, soy, seré
El reptar esquizofrénico de la tormenta con nervios contenidos
Revolcado en la furia de cicatrices sin memoria.
Veo un caballo blanco podrirse de luz,
Murmullo de pirañas, murmullo de látigos
Vísceras floreciendo como un paraíso,
Un paraíso de crucigramas
Como túneles tensos
Como infinita red de lenguas cortadas
Como semilla en cuyo lomo se agitan las mareas.

Surjo despavorido entre valles y raíces
Y pienso en la herida del pasado,
La navaja del presente,
Pienso y pienso, excavando múltiple
El punto de unión de los cuerpos ennegrecidos.

Era, soy, seré,
El centro molecular del desvarío,
El lamento único del lodo;
Por la prostitución del cemento arqueado
Por la maldición de un ojo sombrío.
Era la bestia cariñosa que duerme,
Soy la escritura temblorosa bajo el cielo,
Seré la sed que devora la sal de las alturas.



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